Una breve biografía
Luka Brajnović nació en una familia numerosa croata en Kotor, (actualmente en la república de Montenegro), una ciudad medieval amurallada situada al fondo de una profunda y hermosa bahía, donde las montañas azules caen a peso a un mar casi siempre plácido y sereno y la belleza se respira por todas partes. Era el 13 de enero de 1919.
Aunque fue un hombre que siempre buscó la paz, la vida le llevó por caminos no exentos de peligros.
Su juventud estuvo marcada por la Segunda Guerra Mundial. En 1941, los fascistas italianos, que habían ocupado Kotor, le arrestaron sin decirle el motivo y, sin mediar juicio alguno, le subieron a un barco fondeado en la Bahía para llevárselo de allí. Se escapó la primera noche de travesía deslizándose al agua y regresando a nado. Alcanzó la costa en uno de los pueblos cercanos a su ciudad, donde tenía una pariente que le escondió. Al día siguiente se fue a Zagreb, capital de Croacia, donde estudiaba Derecho y trabajaba para el periódico «Hrvatska Straža». Ya no pudo regresar a su querida bahía hasta 1989.


En zagreb conoció a Ana Tijan, el amor de su vida.
Pronto fue nombrado director del periódico en el que trabajaba, que se había convertido en un semanario. En marzo de 1943 durante un viaje de Zagreb a Ogulin, el tren en el que viajaba cayó en una emboscada de las guerrillas comunistas de Josip Broz «Tito». Le tomaron como prisionero al igual que a los a otros supervivientes del ataque al tren y así comenzó un calvario de meses en el que sufrió una condena a muerte en un juicio sumario, se cavó su propia fosa y luego fue apartado del pelotón de fusilamiento en el último momento gracias a la intervención de un partisano que era también periodista. Por negarse a colaborar con la propaganda comunista fue internado en un campo de concentración del que, tras muchas peripecias, consiguió huir cuando estaba en el límite de sus fuerzas.
En Noviembre de 1943 decidió no esperar y se casó con Ana. Por la situación de guerra en la que estaban, que hacía imposibles los desplazamientos, sus respectivos padres no pudieron conocerse nunca. Él tuvo que pedir la mano de su prometida a uno de sus hermanos que vivía en Zagreb.
Enseguida se quedó sin medios de vida. La censura del gobierno pro-fascista de Ante Pavelić le cerró el periódico pocos meses después de reincorporarse tras su huída del campo de los comunistas. Su delito: la publicación de un documento del papa Pio XII condenando el racismo.
En definitiva: las dos partes de la guerra le habían apresado y le tenían en sus listas negras.
Algo más de un año después de la boda nació Elica, su hija mayor, en medio de una situación trágica, puesto que la víspera, Luka había tenido que ir a reconocer el cadáver de su hermano pequeño, Tripo, asesinado mientras dormía y poco antes había llegado desde Dubrovnik la noticia del asesinato de otro de sus hermanos, Ivo, por el mero hecho de ser sacerdote.
En la primavera de 1945 terminaba la guerra y Luka se encontraba en una situación desesperada. Estaba en las listas negras de los comunistas que avanzaban como triunfadores y estaban a punto de entrar en Zagreb. Sus cuñados le animaron a salir con ellos del país y entregarse como refugiado a los ingleses en la frontera de Austria, esperar unos meses a que se calmaran las cosas y volver. No estaba muy convencido porque Ana y la niña de cuatro meses, no podían embarcarse en semejante aventura. Finalmente accedió, convencido de que se trataba de una separación de unas semanas o pocos meses. Pero aquello se convirtió en el inicio de un doloroso alejamiento que duró doce años. Se formó la nueva Yugoslavia comunista, se cerraron las fronteras y Ana tuvo que sufrir una dura persecución.
En ese tiempo, Luka pasó de campo de refugiados en campo de refugiados por Austria e Italia hasta recalar en la relativa seguridad que entonces daba el Vaticano a los que no tenían otra identificación que un carnet de la Cruz Roja que les calificaba de apátridas. Tuvo la oportunidad de emigrar a América, como otros tantos, pero no quería alejarse de Ana, así que terminó en España, donde trabajó en lo que pudo, incluido cajista en una imprenta.
Mientras, hacía continuos intentos para sacar a Ana y a su hija de Yugoslavia sin éxito. Para ello tenía que trasladarse a Alemania desde donde las reclamaba al mismo tiempo que Ana pedía un visado que le negaban una y otra vez. Llegó a estar dos años en Alemania.


Después de muchos esfuerzos lo consiguieron y en octubre de 1956 un tren llevó a Ana y a Elica, que tenía 12 años y no conocía a su padre, a la estación de Munich. Allí les esperaba Luka con un ramo de doce rosas rojas.
El matrimonio se instaló en Madrid y reanudó su vida en común con alivio y alegría. Pronto llegaron más hijos: Antonio y Olga nacieron en la capital española y Lijerka y Ana María en Pamplona, a donde Luka se trasladó en 1959 para asesorar en la modernización de una imprenta. En 1960 Antonio Fontán le propuso trabajar como profesor en la Escuela de Periodismo de la Universidad de Navarra.
Comenzó así la etapa más estable de su vida. Desde entonces enseñó diversas asignaturas a unas 30 promociones de alumnos, especialmente Literatura Universal y Deontología, aunque también enseñó Sociología y Tecnología. Fue autor de varios manuales pioneros en sus materias, entre ellos el primero de Deontología Periodística escrito en lengua castellana . Fue un profesor muy querido. En 1963 comenzó a escribir una columna diaria en Diario de Navarra titulada «Boletín del Extranjero» sobre política internacional, que mantuvo durante más de 28 años.
Desde muy joven, Luka Brajnović dedicó todo el tiempo que pudo a escribir. Es autor de tres novelas, un libro de relatos cortos y dos libros de poemas en croata y de tres libros de poemas en castellano. Hay manuscritos de dos novelas más en croata.
En 1996, la entonces Facultad de Ciencias de la Información, hoy Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, creó los Premios Luka Brajnovic de la Comunicación. Desde entonces se han entregado ya catorce premios en trece ediciones a destacados profesionales agrupaciones e instituciones de ocho nacionalidades diferentes. El Premio se otorga a aquellos profesionales del mundo de la comunicación cuya trayectoria haya destacado por una sólida defensa de la dignidad de las personas y los valores humanos de libertad, tolerancia y solidaridad. Él pudo asistir en vida a la entrega de tres de esos galardones.
El 8 de febrero de 2001 falleció en Pamplona rodeado del cariño de los suyos.
