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Los diarios de mi padre, Luka Brajnović están llenos de poemas que en su mayoría no me atrevo a traducir. Lo he intentado con este escrito en los años 40 cuando estaba refugiado en Italia, separado de su mujer y su hija. No tiene título

Agonizó triste

un día ciego y dormido

atrapado por la oscuridad,

fuente venenosa.

Y la tarde joven

partió silenciosa

desde la ciudad hacia las montañas

para encontrar la paz…

Yo espero a las estrellas, 

porque con ellas, 

como a un jinete herido

me llegará el descanso.

Mientras en las calles vacías, 

bajo mis ventanas

se abrazan

la risa y la noche

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