Es una pregunta que se hacen hoy en día muchos y que Luka Brajnović abordó en un artículo publicado en Nuestro Tiempo en 1977 que resulta de enorme actualidad cuando han pasado más de 45 años.
Se trata de un artículo extenso y polémico que he publicado íntegro en una página en la sección «De sus escritos».
También se puede leer entero en el post Los nuevos tabúes en este blog.
Seguramente será un texto polémico, pero creo que merece la pena rescatarlo.
En él Luka Brajnović destaca que el permisivismo materialista que dice buscar una libertad sin barreras, en realidad levanta barreras a todo progreso de la moralidad o que suponga un enriquecimiento de la vida espiritual, porque sólo entiende de las realidades materiales.Intenta comprender al hombre como materia consciente por lo que acepta el marxismo aún sin conocerlo.Y se desarrolla tanto en el izquierdimo ideológico como en la adulación capitalista.
Agresividad
La falta de argumentos reales de este sistema que es más bien práctico que filosófico hace que en ocasiones el único «argumento» sea la violencia «que no conoce adversarios sino tan solo adictos -ciegamente obedientes- y enemigos.»
«Esta praxis de la nueva burguesía -dice el artículo- que presume de avanzada y renovadora, tiene dos enfoques, según los que valora la vida: uno falsamente optimista y otro evidentemente pesimista. el primero parte de la suposición de que la masa, los instintos y los impulsos espontáneos )en su mayoría agresivos) son la garantía de la felicidad, que, a su vez, sólo puede ser hedonista.» En este sentido, la cultura y su progreso espiritual es «una superestructura que -si no está al servicio de la colectividad, de la dinámica y de la autosuficiencia de esta nueva clase- es considerada como una pieza de museo.».
El lado pesimista es mucho más evidente. Todo el pasado tiene importancia, únicamente en cuanto demuestra las etapas del materialismo histórico. En su mayor parte es condenable (por eso la tradición es tabú) y la situación actual es punto de partida.
Los conceptos invertidos
De acuerdo con el análisis de Brajnović, al ignorar la dimensión espiritual de la naturaleza humana lo que él llama la nueva burguesía no respeta ni acepta lo que supera a lo material aunque la persona sea una materia consciente de sí misma. «De esta manera -indica- la religión es calificada como fanatismo, el pudor como hipocresía, el erotismo y la pornografía cpomo sinceridad, la verdad naufraga en un relatifismo subjetivista, la honradez es una esclavidtud, la ética algo rotundamente confesional, la fidelidad matrimonial un impedimento para la autenticidad, etc. »
Más adelante indica que «La proyección de la vida humana hacia la eternidad llega a ser denominada como «moral convencional» sin comprender que lo convencional es la actual amoralidad, con sus tabúes, que impone nuevas costumbres para justificar su praxis. Estos tabúes son sencillamente instrumentos para subyugar al hombre poermitiéndole la libertad únicamente en lo que le priva de su verdadera imagen. Con la excusa de una revisión o modernización moral, los propagadores de nuevos tabúes introducen en la sociedad una nueva opresión, una opresión del espíritu, cuyos resultados se manifiestan en el desorden caótico de valores que amenaza el futuro de generaciones. Este es el destino del conformismo, de la inercia y de la indiferencia moral».
Esperanza y realismo
A pesar del panorama que dibuja, Luka Brajnović ve especio para la esperanza auqnue es realista. «El postulado de la esperanza -dice- no admite perder el tiempo en análisis de cacusas pasadas. Es inútil lamentarse ante el sepulcro de intentos baldíos y sobre las ruinas de una dinámica que se mostró estéril. A los hechos hay que reconocerles su carácter fáctico, por muy amargo que sea. Y, a la vez, hay que librarse de los hechos pasajeros con valentía y vigor. No es posible adivinar lo que aguarda el futuro, pero eso no significa que en él no vaya a cumplirse la esperanza. El acontecer humano rueda constantemente y el futuro llega todos los días: el tiempo irá enterrando -poco a poco o de pronto- los errores que padecemos.»
«Muchos acontecimientos que hoy parecen sin importancia, tendrán mañana un valor decisivo. Los nuevos tabúes son insostenibles y la nueva burguesía no tiene sentido; y las barreras que impiden la realización de la verdadera plenitud humana caerán, antes o después, como torre de naipes».