
Uno de mis rincones favoritos de la ciudad, en la transición entre la ciudad alta y la ciudad baja. En primer plano se ve la estatua de San Jorge descansando después de vencer al dragón. Al fondo a la derecha está la puerta de piedra o Kamenita Vrata, donde hay una imagen de la Virgen a la que los habitantes de Zagreb tienen mucha devoción y siempre está llena de flores frescas y velas encendidas. Construcciones medievales, sabor a historia.
La primera vez que pisé tus calles
me pareció que volvía a ver a un a vieja amiga
que me acogía y consolaba.
Todo en ti me resultaba familiar y entrañable.
Todo, excepto la heridas de décadas de olvido
Y las puñaladas de fealdad totalitaria
impuestas en forma de moles impersonales
rompiendo armonías históricas.
Han pasado muchos años
desde nuestro primer encuentro
Tu rostro luce más bello.
Tus ojos brillan
Tus rincones más queridos
esperan acogedores.
Aunque en tu cuerpo
extenso
siguen pesando los signos
de tantos años de oscuridad.
Poco a poco, me dices.
Todo se andará.
Mientras tanto la vida bulle
en cada rincón
con intensidad.
Y eso es lo que cuenta.
Me tomo una cerveza
en la plaza de las flores
bulliciosa y repleta de gente.
Estoy en un pequeño café
en la ciudad alta
leyendo la prensa
donde nadie me molesta.
Me tomo mi tiempo.
Salgo a pasear
por entre las casitas medievales
antes de encontrarme con los míos
al pie del reloj de la plaza.
Y luego me despido
de mi vieja amiga
con más recuerdos
de los que traje.