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Empieza la cuenta atrás para el centenario de mi padre, Luka Brajnović, que hoy, 13 de enero,  hubiera cumplido 99 años.  Quedan 365 días para llegar al objetivo que me marqué cuando comencé este proyecto. Se cumplen también cinco meses del fallecimiento de mi madre, Ana Tijan. Todavía me sangra el alma cuando veo en casa su sillón vacío y añoro su cálida sonrisa, pero me consuela saber que por fin estarán los dos celebrando juntos cada instante de una nueva vida en la que ya no habrá separaciones ni despedidas.

Hasta la fecha he publicado más de 100 entradas, casi todas ellas relatando la historia de sus vidas basándome en los diarios de mi padre, que han sido todo un descubrimiento para mi. Por supuesto que conocía la historia de mi padre a grandes rasgos, como él la relataba. Pero al zambullirme en el día a día de esos azarosos años de juventud me la he encontrado con toda su crudeza. Y su manera de reaccionar ante cada golpe que le daba la vida me ha hecho, si cabe, quererle aún más. Ahora valoro más su buen humor, su alma de poeta libre de rencores y su mirada limpia.

En un poema titulado Silencio y publicado en su libro Ex Ponto, dice:

Si pudiesen llenarse de mirada

los páramos de mi pasado

se vería

-como desde un alto de la montaña-

un infinito paisaje de ensueños

y de poesía

Vuestras aportaciones y algún recuerdo

También he publicado vuestros recuerdos y colaboraciones y me gustaría continuar haciéndolo en este tiempo que nos queda hasta el centenario. Así que os animo a  continuar enviando vuestras valiosas aportaciones: Recuerdos de los años pasados en la Universidad de Navarra, alguna anécdota que se os haya quedado grabada en la memoria, algún examen de esos en los que no suspendía nunca…

Recuerdo la envidia que me dábais los de mi promoción cuando os tocaba examinaros con mi padre. Yo, por ser su hija no podía ser calificada por él y tenía que presentarme ante otros profesores o un tribunal. En Literatura no había problema porque me tocaba el bueno de José Miguel Cejas, que en paz descanse. Pero en Deontología me topaba con Carlos Soria, que no creía precisamente en el aprobado para todo el mundo.

¡Qué años aquellos! Mi hermana Elica trabajaba en Dirección de Información, yo tenía clase en el Edificio Central y mi padre era profesor. En los intermedios de media mañana, nos juntábamos los tres y paseábamos por el pasillo que llevaba desde el puesto de los bedeles de la entrada del Central al Faustino, hablando de mil cosas. Con mi padre no había lugar para el aburrimiento. Lo pasábamos estupendamente.

Llegamos a estar tres generaciones de la misma familia al mismo tiempo en la Facultad. Cuando mi padre estaba en sus últimos años como profesor mi sobrino Ivo Leahy empezó a estudiar Periodismo y yo daba clases prácticas de Redacción como profesora asociada.

No sé por qué os cuento esto. Simplemente ha ido saliendo así de mi… teclado (quedaría mejor decir pluma, pero hace ya años que no utilizo ese medio para escribir: ¡qué se le va a hacer!)

En la foto, mi padre conmigo en los años 90

 

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