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He podido visitar los Lagos de Plitvice, el lugar que Luka Brajnović atravesó a pie, cuando estaba en estado salvaje y no como ahora, preparado para las visitas de los turistas. Luka iba conducido por los guerrilleros comunistas que le habían tomado como prisionero en la primavera de 1943 hacia el cuartel general de los partisanos en Croacia donde se iba a decidir su suerte. Estaba en juego su vida.

Se acababa de librar del fusilamiento en el último momento cuando, después de haberse cavado su propia fosa un guerrillero salió  y gritó:  “¡el camarada periodista, fuera!”  Pero le se había negado a unirse a la guerrilla trabajando para ellos como periodista y le advirtieron que en el cuartel general decidirían si le ejecutaban o no.

Cuando él pasó por esos lagos había nevado. Yo he estado en pleno verano, pero el azul turquesa del agua en medio del verde bosque es el mismo. Las cascadas seguramente se habrán modificado, porque están vivas, pero su sonido permanece.

En sus diarios y en sus relatos recordaba que ahí fue consciente de la belleza que le rodeaba en medio del horror que estaba viviendo. Y después de varios días conviviendo con la idea de que podía morir en cualquier momento volvieron a él los deseos de vivir.

Incluyó algunas fotografías que tomé en los Lagos 

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