El pasado día 8 de mayo nos reunimos en la librería Walden de Pamplona un buen grupo de gente para la presentación del libro «Una Odisea de Amor y Guerra» sobre la vida de don Luka y su mujer Ana. La presentación corrió a cargo de Miguel Ángel Barón, decano del Colegio de Periodistas de Navarra y directivo de la Asociación de Periodistas de Navarra.
Miguel Ángel fue alumno de don Luka y dijo que el libro le había impresionado porque de alguna manera no podía creer que las cosas que cuenta pudieran haberle sucedido en realidad al hombre que él conoció tan pacífico afable y sonriente. Los horrores de la guerra que tuvo que padecer y la separación forzosa de su familia no dejaron el él rastro alguno de rencor o amargura.
Pero sí. Era el mismo hombre. Lo confirmaron sus hijas Olga, la autora del libro y Elica que estuvo presente en el acto e intervino para contar algunos de sus recuerdos recogidos en el libro en primera persona.
Con voz propia
Olga destacó que ella había escrito el libro simplemente dando voz a los diarios escritos por su padre «en caliente» mientras se encontraba en situaciones como la condena a muerte por parte de los comunistas, por haberse negado a quedarse a trabajar con ellos como periodista por cuestiones de conciencia; el tener que cavarse su propia fosa y su salvación en el último momento porque un guerrillero salió de la cabaña que tenían como cuartel y dijo «al camarada periodista fuera». Y en esa situación él escribía en su diario que perdonaba a todos los que le hacían mal sin motivo.
Era el mismo hombre, porque como contó su hija , muchos años después le había oído decir que había vivido todos los días de su vida luchando positivamente contra el odio y había vencido en esa lucha.
Era el mismo hombre, porque después de una vida en la que a pesar de haber tenido que vivir separado de su mujer y de su hija durante doce años, tanto él como su mujer, Ana Tijan, habían sabido mantener el amor como el primer día y habían podido volver a vivir juntos como si nada hubiera pasado. Y sin embargo habían sucedido tantas cosas que han dado como para llenar un libro.
Vivir sin rencor
Era el mismo hombre porque Olga explicó como en su casa sus padres no hablaban de lo que tuvieron que pasar, porque no querían que sus hijos crecieran con odios o resentimientos sino como una familia normal, con alegría y despreocupación. Y realmente lo consiguieron. Ella recordaba una infancia alegre llena de risas y de música. Don Luka no quiso que nadie leyera sus diarios mientras él estuviera con vida.
Él en ocasiones contó su historia en reuniones con estudiantes universitarios, pero lo hacía de una forma contenida, cubierta por la capa de su profunda humildad. Los diarios están llenos de sentido de perdón y de un inmenso amor a Ana pero son también muy realistas.
Para Olga, todo lo que ha leído en ellos y en las memorias de su madre ha sido un descubrimiento que ha puesto a sus padres en otra dimensión. Pero, destacó, todo lo que hay en el libro es la realidad de un matrimonio que se quiso mucho y sufrió mucho durante la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría, contada por ellos mismos con sus propias palabras a través de sus diarios y sus cartas que se conservan.
Olga destacó el esfuerzo de su madre que, a los 90 años se sentó delante de un ordenador, preguntó a sus hijos cómo funcionaba y transcribió en croata los diarios de su marido. Le salieron tres tomos con más de mil folios mecanografiados. Sin ese esfuerzo, su hija no hubiera podido traducir los diarios ya que la letra de Luka, pequeña y ya borrosa tras tantos años, era difícil de descifrar.
Gracias a Jorge Sauleda, periodista y alumno de don Luka, podemos publicar una serie de fotografías de lo que fue esa velada.