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Han sido dos días de muchas emociones contenidas (o no) además de grandes lecciones de virtudes humanas y de buen periodismo. Se trata de los dos días de actos en torno a la entrega del premio Brajnović de la Comunicación a título póstumo a David Beriáin que esta mañana ha recogido su esposa Rosaura Romero en medio de una ovación con todo el público en pie. Y es que nos había emocionado a todos con su entereza y su claridad de ideas.

David Beriáin se merecía el premio -como dijo ayer la periodista Natalia Junquera, amiga y antigua compañera de Beriáin- porque fue extraordinario no sólo por cómo murió sino por cómo vivió.

Yo no conocí a David Beriáin pero en estos últimos meses he conocido a su madre, su trabajo y más recientemente a sus compañeros y amigos.

Marc Marginedas, premio Brajnović 2019, corresponsal de El Periódico en Moscú no dudó en volar hasta Pamplona a pesar de la crisis de Ucrania para honrar a su amigo David y hacer la presentación del premiado. Dijo entre otras cosas que para él haber coincidido con Beriáin en Afganistán le cambió para siempre la forma de ver la vida. El periodista navarro era una persona a la que le interesaban las personas fueran quienes fueran, también aquellas de las que nadie se preocupaba. Quería conocer todos los puntos de vista, incluso los del enemigo. Y logró entrevistar al jefe de los talibanes.

Conseguía lo que no conseguía nadie a base de interesarse por las motivaciones de las personas y saber escuchar, lo que hacía que se le abrieran. Y todo en busca de la verdad pura y dura. No la que maquillan gobiernos, intereses políticos o sistemas de propaganda. Natalia Junquera también dijo que era muy humilde. No iba con una  idea preconcebida a buscar una información, sino a ver cuál era la realidad de lo que pasaba.

El interés por la persona y la verdad

En sus trabajos se ve claramente cómo lo que le interesaban eran las personas. No hay mas que ver sus documentales. Durante los actos de la entrega del premio se proyectaron tres: Percebeiros, La vida entre llamas y Palomares.

 

También ayer, después de una mesa redonda, un amigo de David, cantó, por cierto muy bien, una canción dedicada a él y con ella para mí unió aún más la figura de David Beriáin a la de mi padre, Luka Brajnović. Fernando Bernácer cantó «Clandestino será el encuentro con tu asesino, cobarde que segó tu destino y del que escribirás: al final no era un mal tipo»

A mi padre estuvieron a punto de fusilarlo en los años de la segunda Guerra Mundial. Se cavó su fosa, se formó el pelotón de fusilamiento delante de él y en el último momento un oficial dijo: ¡el camarada periodista fuera! Y le apartaron de la fila de condenados. Todos los demás murieron. Y él -lo pone en su diario- se preguntaba por las razones que habrían llevado a aquellos hombres que querían matarlo a llegar a ese extremo. Quería entenderlo y les perdonaba. A él lo mandaron a un campo de concentración, salvó la vida y pudo contarlo. Por desgracia, David no podrá hacerlo y quedará en el firmamento de los grandes que nos dejan en plena juventud.

Si, Cuando entrevisté a la madre de David Beriáin me quedé con la idea de que su nombre y el de mi padre iban a quedar muy unidos. Hoy estoy convencida.

Olga Brajnović

 

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