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Si me matan (…) Perdonar. Perdonar a todos'» .

Luka Brajnović tuvo que vivir episodios muy duros en su vida. Los narra en su libro «Despedidas y Encuentros», pero de una forma muy contenida. Están mucho más detallados y vivos en los diarios que dejó detrás de sí, en los que se aprecia no sólo una lucha decidida contra el odio sino una actitud de perdón, que llama la atención.

En uno de esos diarios narra lo que le sucedió en marzo de 1943, con 24 años, cuando el tren en el que viajaba de Zagreb a Ogulin, en Croacia, en plena Segunda Guerra Mundial, cayó en una emboscada de la guerrilla. Le cogieron prisionero por el mero hecho de estar ahí. A partir de ese momento se vio envuelto en situaciones dantescas. Después de sobrevivir a un intenso tiroteo y soportar una larga caminata de varios días sin comida ni bebida y apenas descanso, convencido de que le iban a matar, reflexiona:

El pensamiento de la muerte surge natural e incluso como una tabla de salvación. Aquí, en un lugar desierto y desconocido, enterrarán cuerpos que fueron amados, pero las almas no se entierran, ni aquí, ni en ninguna parte. Si me matan, quizá lo hagan con la mejor de las intenciones, pensando que hacen un acto de justicia. Pero ¿sería eso realmente justicia?. ¿A quién he hecho mal?¿A quién he deseado mal?. Sin embargo, rechazo estos pensamientos para que no me desanimen y me acobarden. Perdonar. Perdonar a todos. También a aquellos que cometen la injusticia  y a aquellos que con la injusticia han provocado este caos.*

Esa actitud de perdón en una situación tan extrema la conservó toda su vida. Era parte del secreto de un hombre que parecía frágil por fuera, pero tenía una enorme y atrayente fuerza interior.

  • La traducción del croata es mía.
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