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En el campo de refugiados de Treviso, en mayo de 1945, Luka Brajnović se encontró con que mezclados con los miles de civiles inocentes que huían de las represalias comunistas había también políticos y personajes afines al régimen caído de Zagreb.  Entre ellos el responsable de la censura que había tenido que sufrir en sus carnes mientras trabajó como periodista. Se topó con él un día y se encontró conque le hizo un comentario que le pareció, como mínimo, cínico.

¿Estudia usted las costumbres de estas personas para que al volver a casa pueda escribir sobre ellas?

Luka no salía de su asombro, pero mantuvo la calma

No sé si es absurdo lo que voy a decir, pero me parece que es más fácil escuchar estupideces y no volverse loco en circunstancias normales que en circunstancias como éstas cuando uno está tan sensible a todo y sin capacidad de reacción.

Y es que su interlocutor había sido responsable de graves quebraderos de cabeza para Luka en los cuatro años que duró el régimen político que derivó en una alianza profascista. Unos años en los que según Luka

Oficialmente no se dijeron ni cien mil palabras inteligentes y vivíamos  y nos surtíamos  de los rumores y a menudo de los rumores amenazados. Si uno trataba de decir algo inteligente (y hablo por experiencia propia), como a menudo lo intentábamos en «La Vanguardia Croata», aparecía el rayo destructor amenazando con la carretera de Sava (la cárcel) o Jasenovac (campo de concentración) atraído sádicamente no sólo por párrafos y artículos sino por páginas enteras. No sé si en toda esa época alguno de mis artículos salió sin censurar. Creo que no he vivido esa experiencia.

A Luka, escuchar a su censor animarle a escribir, le pareció cuando menos surrealista en medio de la terrible experiencia que estaba viviendo

En esta desgracia en la que vivo en la que uno se tiene que contentar con la limosna y la humillación, creo que tengo derecho a no escuchar estupideces. Por eso quiero mantenerme a cierta distancia de determinadas personas.

No es por eso extraño que me enfade cuando alguien se entromete en la conversación e impone la fraseología que utilizaba cuando era «el poder y el honor».

Con Dujmović terminé enseguida ya que afortunadamente aquí no se puede ofender.

(En la imagen, una página de «Hrvatska Straza» o La Vanguardia Croata, en su página literaria, cuando el periódico era dirigido por Luka Brajnović.)

 

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