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Tras el fallecimiento de mi madre, Ana Tijan, me parece incoherente volver al relato cronológico de la historia de mi padre al que dejamos en la entrada titulada «En las manos de DIos», en el campo de refugiados de Reggio Nell Emilia, sufriendo por la separación de su esposa de la que no tenía noticia alguna. Y es que no dejo de pensar que ahora mis padres, Luka y Ana estarán juntos de nuevo en el Cielo y para siempre.

He empezado a pasar páginas en el diario de mi padre y me he encontrado con un pasaje escrito el 8 de octubre de 1945 en el campo de refugiados de Fermo (Italia), cuando recibió la primera noticia de que Ana y su hija Elica estaban vivas sanas en Zagreb. Le bastó esa noticia para estallar en alegría. Me parece que puede describir los sentimientos del reencuentro definitivo que habrán vivido ahora.

Anoche estuve embriagado de alegría (…)

Oh, Ana mía, ¿Te preparas ya para el día en que en un abrazo la felicidad comience a hacernos olvidar el sufrimiento? ¿Te preparas para el día en que con nuestros labios bebamos toda la dulzura que hemos conservado en la inocencia y las más bellas cualidades del alma? ¿Te preparas para el día en que empecemos de nuevo a vivir nuestro tiempo a salvo de la espada del miedo a la violencia? Yo estoy feliz, Ana, Feliz y alegre. (…)

Oh, sé que Nuestra Señora nos salvará. (…)

Ana, anoche estuve embriagado de alegría.

 

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