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Llegó la Nochebuena al campo de refugiados de Fermo en el que estaba recluido Luka Brajnović en 1945, separado de su familia. Una fecha a la que Luka temía, porque le recordaba demasiado al hogar perdido. Sobre todo, cuando seguía sin saber nada de la suerte de los suyos.

Se lo que supondrá para mí experimentar en el alma una Navidad sin amor, sin Ana y la niña, llevando en el corazón el desconocido destino  de mis más amadas…

Luka recuerda las nochebuenas al otro lado del Adriático, en su patria.

Nosotros hoy, como perdidos, buscamos siquiera algo de aquello que nos llenaba el corazón de alegría, que se embebía con la belleza de las tradicionales costumbres y los tan conocidos y tan queridos paisajes navideños. En esta tierra no hay nada que nos recuerde vivamente a todo aquello que hemos dejado en casa y que nos ha sido arrebatado. Sólo los recuerdos empapados de dolor y sufrimiento, crecen en nosotros como un gigante invisible llenando toda nuestra alma y todo nuestro ser, para que nos entreguemos a los pensamientos… por eso esta Navidad tiene un sentido más profundo y espiritual.

No hay nada material que le distraiga del sentido de la Navidad y Luka se entrega a la meditación:

En esta fiesta celebramos la encarnación del Verbo. Han pasado cientos de años desde aquél milagroso acontecimiento en el pesebre de Belén, pero el mundo no ha olvidado el modo y el recuerdo del nacimiento de Cristo. Innumerables acontecimientos históricos se han producido desde aquella santa noche hasta hoy: Cayeron imperios y surgieron nuevos, rugieron revoluciones en  la vida política cultural, y social de la humanidad, fueron descubiertas nuevas tierras y nuevos pueblos, pero todo eso pasó como el tiempo en el que se produjo, quedaron solo hechos que ahora nos dejan más o menos fríos.

También el nacimiento de Cristo fue realmente al principio desapercibido. Junto al pesebre se encontraron los dignos y sabios magos y los pobres ingenuos pastores, pero con su testimonio no pudieron convencer al mundo de que había nacido el Mesías.  La gente supo de él más tarde, cuando se encontraron con el Maestro, hacedor de milagros de Galilea. No obstante su muerte ahogó ese reconocimiento. … Pero tras la resurrección de Cristo, tras  ese testimonio divino de la redención de Cristo, se creó la primera Iglesia. De las catacumbas surge la vida. Bulle la fuerza que sostiene no solo a los primeros cristianos bajo la persecución romana sino a todo el mundo conocido. Se adora al Dios hombre, nacido en la pobreza. Un Dios tan cercano a los corazones de las personas.

Todo esto le hace

abrir el corazón al niño Dios. Dios ya no es solo Juez como en el Antiguo Testamento. Se convierte para el hombre en Padre, Amigo y Hermano, que comprende cada dolor cada tentación y pena y todas las alegrías.

En medio de la situación en la que se halla, Luka se atreve a hablar de optimismo

En eso está el sentido del optimismo cristiano, que hace que la persona no se abata ni siquiera cuando le es más duro. Apoyada en la fe, confía en la bondad de Dios, que por amor al hombre vino a la tierra.

Recuerda los cuentos que le contaban de niño

Con frecuencia he escuchado cuentos navideños sentimentales y tristes sobre pobres. Siempre, incluso siendo niño, entreveía en esos cuentos bonitas mentiras de la imaginación de la gente, en generosa conmiseración con los que sufren.  Hoy conozco en la más dura realidad que somos nosotros mismos esos pobres, solo que la realidad es mucho peor, mucho peor.

Considera la situación de su familia

Cuántas madres hoy en la tierra que se lllama Croacia, lorarán sobre su hogar ansiando el abrazo de su hijo, pero ese hijo no está. Ha muerto. Asesinado.

Y mi querida madre – si está viva- esta noche sentirá todo el dolor por sus hijos perdidos. ¿Donde están esos días despreocupados y pacíficos de Navidad, sin sombra de sufrimiento y dolor, cuando teníamos la casa llena de chicos alegrándose en torno al árbol y el belén?. Para siempre se ha borrado la risa de nuestra alegría. No existen ya esos queridos jóvenes, ni nuestro padre. Todos están cubiertos por esa ensangrentada tierra: asesinados, golpeados, muertos… Si está viva, mi querida madre abarcará con su sufrimiento el dolor de todos los que padecen, porque su dolor es tan grande, que puede ahogar el sufrimiento de toda esa buena gente en el mar de su amargura.

 

Muchas jóvenes madres sollozarán estrechando a sus hijos y mirando al lugar vacío donde el año pasado estaba el árbol de Navidad.

Mi pobre Ana sollozará esta noche abrazando contra su pecho a nuestro pequeño ángel que es un recuerdo vivo de la alegría de la Navidad. Y se acordará de nuestra primera Navidad, cuando en medio de un profundo sufrimiento nos convertimos en padres(…) Pensará en su marido en la lejanía, abandonada a la incertidumbre y el dolor ¿Podrá alguna vez trenzar sus bellas manos alrededor del cuello del hombre amado? (…) ¿Cómo será esta santa noche para mi amada a la que nunca pude ofrecer felicidad sin dolor ?(…)

¿Y cómo será para mí esta noche de Navidad sin amor, sin el calor de  hogar y, lo que es más importante, sin mi felicidad, mi querida Ana y mi hija?

La Nochebuena fue tan dura como la había previsto, aunque encontró el consuelo en la oración.

Lo que me temía llegó. Pasé la quietud de la noche de Navidad en lágrimas y sufrimiento.  Un sufrimiento que no pasa como no pasa mi dolor.

Hubiera preferido rezar al Cristo Crucificado y no al Niño Dios, pero Él entró en mi corazón, me consoló con su amor y su ejemplo (…) Me duele el alma y no se si hay algo que me pudiera aliviar el peso de esta cruz excepto que se cumpla mi único deseo: que me reconozcan mis derechos humanos y con ellos el derecho a la familia y a la libertad. Pero eso hoy parece que son solo frases y nada mas. Se que no estoy solo y se que no hay nadie en el mundo que me pueda acusar de culpa alguna. Dios ha permitido esta persecución y nosotros tenemos que aceptarla (…) Yo sufro y me lamento porque sufro ¿Está mi sufrimiento aceptado con toda el alma? Como respuesta a todo eso – perdóname buen Dios – surge en mi una constatación: Mi vida no es vida porque no estoy junto a mi querida Ana y mi niña.

Los deseos de Luka se hicieron realidad en la Navidad de 1956, once años después. La primera que pasó con su hija Elica, que para entonces ya tenía doce años. La pequeña familia acababa de reunirse. El encuentro había tenido lugar en Munich en el mes de octubre. Luka Ana y Elica estaban recién instalados en Madrid. De nuevo fue una Navidad de las auténticas, porque no tenían nada. Lo indispensable para vivir. Elica recuerda que Luka puso el árbol de Navidad y el belén y colgó entre los adornos un poema para Ana y otro para ella. Esos fueron los regalos del primer año del reencuentro. Nada material. Pero lo mejor que les podía dar.

En la foto, el belén que he puesto este año en mi casa.

 

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