
La Nochevieja de 1945 está marcada en negro en el diario de Luka Brajnović. Y no sólo porque estaba separado de sus seres más queridos, internado en el campo de refugiados de Fermo (Italia), sino porque pasó auténtico miedo ante la actitud de unos pocos extremistas partidarios del régimen pro fascista que había llevado a Croacia al desastre, que estaban también internados allí.
Luka explica que fue al barracón principal para la celebración del fin de año a la que asistieron también los oficiales ingleses responsables del campo. Conforme se fue acercando la medianoche y corrió el alcohol en el grupo de extremistas, éstos empezaron a vociferar y a cantar canciones de su partido derrocado. Cuando llegó la medianoche y se apagaron las luces, entonaron el himno de su partido, mientras jaleaban el nombre de su líder, Ante Pavelic, que se hallaba huido, escondido, con el único objetivo de salvar el propio cuello.
La sangrienta danza que bailó -escribe Luka refiriéndose a Pavelic- la llevó a cabo sólo para satisfacer su instinto sátrapa y su vida. Esto es todo lo que se puede decir de su «lucha».
El Mayor Scott, Jefe del campo de refugiados lo presenció todo.
Cómo terminará todo esto, sólo Dios lo sabe. El Mayor ha sido testigo de estos incidentes y no creo que sea tan estúpido como para pasarlo por alto, comenta Luka.
Ciertamente, varios días más tarde el mayor reunió a los refugiados croatas y les dijo que se había dado perfecta cuenta de lo que había sucedido en Nochevieja, había tomado nota y no pensaba tolerar situaciones como esas en su campo.
La presencia de los radicales fascistas indigna y aterroriza a Luka que culpa al régimen del que formaron parte de los males que está sufriendo. En su diario, Luka llega a decir dice que él no perdió su patria el 6 de mayo de 1945, cuando se despidió de su esposa en Zagreb para emprender el camino hacia Austria con el fin de librarse de una muerte segura de manos de los comunistas. En realidad la había perdido ya mucho antes, en 1941, a causa del fascismo.
Fue entonces, cuando Boka (Kotor) junto con otras tierras croatas fue vendida ante nuestra impotencia, con alevosía, al fascismo, a cambio de un sillón de «caudillo»
Se refiere al sillón que ocupó Pavelic en Zagreb hasta su huida en 1945 con la caída de su régimen al ganar la guerra los aliados. Como ya he relatado en otras entradas, cuando los fascistas italianos invadieron Kotor en 1941, el joven Luka, entonces aún estudiante de Derecho, fue hecho prisionero. Logró huir cuando estaban a punto de llevarle a Italia, pero tuvo que abandonar su bahía y a los suyos y no pudo volver hasta casi 50 años después.
La presencia y la actitud de los elementos fascistas en el campo de refugiados de Fermo le produce «un terror como nunca antes había sentido» según anota en su diario y eso que para entonces había pasado por experiencias ciertamente aterradoras en tiroteos, como prisionero, condenado a muerte y torturado.
Vuelta al periódico
En el Campo se habían llevado a cabo elecciones para organizar a los refugiados. El presidente del grupo de los croatas le había encargado el periódico a otro interno y Luka había estado apartado de esa función un par de meses, pero el uno de enero de 1946 anota en su diario, que el presidente, un tal Zanko le había pedido unos días antes que se volviera a poner al frente de la publicación.
Marsic, que hasta ahora lo ha dirigido bajo la cabecera «Unidad Croata» ya no quiere seguir porque no puede hacerlo solo y nadie quiere estar bajo su látigo. Considerando la necesidad del boletín y también, por qué no decirlo, la necesidad de mi bolsillo, he aceptado la propuesta,. He puesto la condición de que el boletín se vuelva a llamar «Noticias», porque no pienso mas que reflejar noticias del mundo y del país, de manera objetiva, les guste a esos cuantos en el campo o no. Naturalmente, Zanko aceptó porque se encuentra en un aprieto. He pedido un estenógrafo con el que comparto el honorario, pero teniendo en cuenta de que cuento con una habitación para la redacción y he conseguido una mecanógrafa que teclea exactamente al dictado, estoy en una posición mucho mejor a la que estuve entre julio y noviembre.
A pesar de todo, el día a día no se le hace fácil
He perdido los nervios para este trabajo. Cualquier nadería me molesta. Cada palabra me inquieta. Mis pensamientos están constantemente con Ana y mi hija, mi único bien.
El nuevo año
El nuevo año le hace pensar sen si será el año del reencuentro o el primero de muchos de separación. Su cuñado, Pablo Tijan, le animaba diciendo que la Organización de las Naciones Unidas para los Refugiados estaba trabajando para la reunión de las familias divididas, pero Luka, aunque no rechaza ninguna vía para tratar de obtener noticias de Ana, es escéptico.
No espero nada bueno de este año, escribe.
Y más adelante afirma:
Sólo un milagro puede salvarme. Se y creo que los caminos de Dios son desconocidos para las gentes y que en su mano está el poder para que los torne cuando quiera y como quiera. Con la mayor perseverancia y confianza rezo a la Virgen de Fátima para que se apiade de mi y sólo en ella (y no en ninguna Agencia de la ONU o quien sabe qué contactos) puedo poner mi esperanza. Si la gente pudiera ver o al menos conocer de alguna forma mi alma, estoy seguro de que me facilitarían lo único que busco: la vida con mi querida Ana y nuestro dulce angelito. Pero eso nunca sucederá. Los errores se han convertido en un conjunto colectivo y no existe la posibilidad de un juicio individualizado. El mundo de hoy está más condicionado por las formas y las fórmulas que nunca hasta ahora. Y por eso no puedo esperar nada de la gente.
En la imagen, Luka, en la redacción del periódico del Campo de Refugiados de Fermo, en enero de 1946.