
Luka Brajnović, que tuvo que pelearse con la censura del régimen profascista que gobernó Croacia entre 1941 y 1945, se encontró con el mismo problema en el campo de refugiados de Fermo.
El 13 de enero de 1946 decidió sacar un suplemento dominical de carácter satírico con el periódico del campo: el «Noticias.» Tuvo muy buena acogida. Dos semanas más tarde, el 28 de febrero, estaba triste porque le llegaban malas noticias de la situación de su esposa Ana y su hija Elica cuando se queja profundamente frustrado:
…Y la gente me fastidia con estupideces. Zanko (el presidente de los refugiados croatas) me ha llamado para que le lleve el suplemento dominical satírico del «Noticias» para la censura. ¡Dios mío! ¿No es esto una pocilga maloliente de la peor putrefacción?¿Quién da mas? No tenemos libertad y queremos quitárnosla a nosotros mismos. Después de todo, ¿Por qué me enfado? ¿Por qué siquiera pienso en eso? La culpa es mía por meterme en un trabajo que me quita tiempo para entregarme a la meditación en mi felicidad perdida…
A pesar de todo, la vocación periodística estaba allí y Luka se metía en nuevos proyectos conforme avanzaba el tiempo y crecían las posibilidades. El 6 de febrero le trajeron de Roma una multicopista. Ese mismo día le propuso a Zanko un plan para ampliar la actividad a la edición de una revista que se llamaría el Semanario Croata (HT en sus siglas en croata) con más artículos de fondo y reportajes.
Los dos somos escépticos – escribe Luka- solo que él de una forma y yo de otra. Él no tiene confianza en mi y yo no tengo confianza en el público. Espero que uno de los dos tenga que corregir su postura.
Luka necesitaba que el consejo de los refugiados le diera luz verde al proyecto porque le hacía falta financiación.
El consejo no quiere dar nada. No porque no tenga, sino porque no les soy simpático, porque saben que no tengo, como se suele decir, pelos en la lengua. Pues ¡Gracias a Dios! Les demostraré que la revista se puede editar y lo demás no me importa. Que hagan lo que quieran.
Al final, consiguió que un sacerdote que estaba en el campo, el padre Vinces, le prestara lo suficiente para sacar el primer número.
En cuanto el HT vio la luz, Luka fue llamado a capítulo por el consejo:
Naturalmente, ellos querían sentirse representados en el semanario sin haber ayudado de ningún modo. Con gran dificultad logré sacarles un poco de dinero que enseguida tuve que devolver al reverendo Vinces.
Por décima vez les expuse mi plan y por décima vez se quedaron fríos.
Esta deuda la tendré que pagar con sangre, porque se que con la publicación no voy a tener mas que preocupaciones, peleas y déficits. Sin embargo, demostraré a esos que saben organizar orgías que, con un poco de sacrificio, se puede trabajar también en este campo. Ésa es, para ser sincero, mi única intención.
Así que Luka se encontró con tres publicaciones entre manos: el diario «Noticias», el suplemento dominical satírico y el semanario HT. Trabajaba sin descanso:
Yo escribo, yo traduzco, yo me encargo de los aspectos técnicos… Y del sótano en el que nos han metido a la «redacción» tendría miedo hasta un muerto. Con frecuencia pienso: ¿qué sentido tiene pudrirse aquí cuando lo que hago no tiene ningún valor ni para mi ni para los demás?. Los que recibirán de buen grado esta publicación no la van a aprovechar porque están ya en camino hacia otros destinos y los que enseguida se preocuparán de crear una oposición no la aprovecharán porque están encerrados en el círculo de su cortedad de miras.
El primer número se agotó y a pesar del éxito de ventas, Luka estaba seguro de que iba a quebrar.
Pronto quedó claro el motivo que había detrás de las dificultades que le estaban poniendo desde el consejo del campo:
Justo ahora – escribe el 28 de febrero – me encuentro en medio de un conflicto con la estupidez de una revista que tiene la ambición de representar a la emigración croata y se llama Velebit (sale en Módena). Primero me quisieron empujar a entrar en la redacción de esa revista y cuando no lo consiguieron, ahora, con todas sus fuerzas sabotean HT. Dicen que le hago la competencia a Velebit. ¿Qué me importa a mi una publicación de gendarmes? Por lo que a mi respecta, una publicación que respira de la misma manera que en los tiempos de la orgía en nuestra tierra, cuando los poseídos pisotearon el discernimiento, cuando la estupidez escaló hasta la cima del poder de la manera más inmoral, todo eso, no son más que estupideces.
Las presiones no cesaban:
Otra vez me dan la lata con el Velebit – escribe el 1 de marzo – a pesar de que rechacé fuerte y claramente ir a editar esa publicación que respira con otro espíritu. Un ex Ustasa, Sredl, continuamente me quiere hablar para que vaya a Módena contándome lo buenas que son las condiciones de vida ahí. ¿Por qué no quiere entender mi decidido ¡no quiero!?
Dicen: esa publicación tiene que convertirse en representativa de la emigración croata.
Contesto: Puede que lo sea, pero representa la locura y el triste camino de una parte de esa emigración, formada por gente que no ve nada más que a si mismos y sólo piensan en sí mismos, que piensan que las víctimas son instrumentos para que la misma gente que les ha llevado al desastre se suba de nuevo a la chepa del pueblo.
La publicación de un artículo titulado las Tres Croacias, en el que analiza la situación durante la guerra y la situación actual le pone de nuevo al consejo en contra.
Pobres; – concluye Luka – todavía viven en la nube de un horrible error.