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Llegaba el verano de 1946 y los ingleses no sabían que hacer con los refugiados croatas que tenían en los campos de Italia. Había rumores de que los iban a cerrar y enviar a los internos a ultramar.

En el de Fermo, donde estaba Luka Brajnović, los internos estaban nerviosos porque las noticias que llegaban de Roma eran inquietantes.

Han dicho lo siguiente: que de los fugitivos croatas se ocuparán las tropas inglesas dos meses más tras la firma del acuerdo de paz con Italia. Después de eso, cerrarán los campos y los internos tendrán que irse a los países que les acojan. Si no se llega a un acuerdo, en un mes y dos días, cerrarán los campos y los que no hayan encontrado destino serán enviados a Egipto.

Luka no tenía donde ir. Quería quedarse en Italia, para no alejarse de su mujer y su hija, pero no tenía quién le diera trabajo. Los países que ofrecían empleo estaban al otro lado del Océano, en América y su única posibilidad en Europa era la tan traída y llevada beca de Acción Católica para ir con visado de estudiante a España, que se había malogrado.  Así que las perspectivas no eran nada buenas.

Entre tanto los británicos se preparaban para ir clausurando los campos. La policía militar convocó a Luka para un interrogatorio el 12 de junio. Estaba haciendo un nuevo registro de los internos. Luka iba preparado para contarles toda la verdad acerca de su actividad en Croacia y en el campo, pero los británicos tenían claro que no era conflictivo y lo despacharon en 3 o 4 minutos.

El 8 de julio el comandante del campo, mayor White , les anunció que en cuestión de un mes les llevaría a otro campo de refugiados en Italia y de ahí serían enviados a ultramar. Pero veinte días más tarde, convocó elecciones en el campo. Luka estaba convencido de que el militar británico sólo quería que la gente se retratase y lo consiguió. Se presentaron tres candidaturas entre ellas una ultra fascista anticlerical.

La gente discute, se pelea, grita, se tiran barro unos a otros.., y el inglés tranquilamente fuma y se ríe…

Desgraciados! Juegan a una «democracia» que no entienden, a la que empujan como a una prostituta en un cuartel.

Y después del triste espectáculo de la agitada «campaña», el resultado no cambió nada y volvió a salir la candidatura del anterior presidente del consejo, Zanko, con el que Luka había tenido serios enfrentamientos a cuenta de la censura.

Tanto grito para nada. Pero no cesó ahí. Ahora la «oposición» dice que el comandante del campo convocará nuevas elecciones porque él de todas maneras querría que «elementos demócratas tomen el control del campo». ¡A la salud de la democracia y las elecciones!. ¡Desgañitaos, hermanos, mientras todavía hay tiempo!

Dos semanas más tarde los británicos se llevaron a 600 refugiados de ahí. Entre ellos estaban Zanko y todos los que se habían destacado más en las tres candidaturas de las recientes «elecciones». Los trasladaron a un campo de refugiados cerca de Nápoles.

Ahora, por supuesto, en el campo se dice de todo. Que ellos se han ido para marcharse a Brasil, porque nosotros somos la mayor molestia para los británicos en las negociaciones que están  haciendo para obtener un acuerdo con Tito; que nosotros iremos tras ellos; que nos entregarán a Yugoslavia; que nosotros, los que quedamos, iremos a Reggio Emilia; que a ellos les van a entregar, etc.,etc. La psicosis es bastante estúpida. Pero si hay que elegir entre América y Yugoslavia me decidiré por ésta última, porque es mi derecho natural vivir en mi patria y no vagar por el mundo como un perro abandonado.

Las noticias de los trasladados no fueron buenas. El 19 de agosto llegó al campo la noticia de que al menos 150 de ellos no habían ido a Nápoles sino que habían sido entregados directamente a Yugoslavia.

Un día de agosto Luka decidió abandonar el agobiante mundo del campo de refugiados y probar suerte por su cuenta, aunque no tenía nada para sobrevivir mas que unas pocas liras los cuadernos de su diario y un cartón con su nombre y el sello del ejército británico. Tras despistar al sargento de la puerta de entrada del campo, salió de allí para irse definitivamente. Fue caminando a la ciudad de Fermo donde cogió un autobús y se marchó a Roma. Estaba enfermo, hambriento y sin documentación, pero libre.

 

 

 

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