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Estoy atrapado en mi celda

de realidades cotidianas

y – apretado – miro el cielo

por una ranura abierta con las llagas

de los que sufren desamores

allí fuera.

 

Pero también escucho los cánticos

que llegan hasta el patio

de mi corazón, amada mía.

Y mi mente crea un amplio mundo

de gran belleza

que, a veces, se esconde

y, a veces, crece tocando las estrellas.

 

A mi alrededor todo está repartido,

pero yo me siento libre con mi pobreza.

La guardo como un suntuoso tesoro

(por ello me persiguen)

aunque mi castillo es frágil

como la más ilusoria de las ilusiones.

 

Los que me quieren despojar de ella

vivirán la derrota y la vergüenza,

acosados por sus propios herederos.

 

Quisiera salir de mi celda,

romper el viento corriendo sin respiro

hacia los espacios soleados

y profundos como el universo

para repartir voluntariamente mi tesoro.

 

Tantas primaveras pasan por encima

de mi cuerpo que me quiere ver prisionero,

pero yo escucho la poesía

de la esperanza

que repite todo mi pensar y todo mi sentir,

aunque quedo encogido

y apretado

en mi cuerpo.

Luka Brajnović

«Ex Ponto», 1985
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