Salgo de mi por las noches,
en las que las ofensas suenan como el golpe del hacha
en el tronco de un árbol joven,
y vuelvo por la carretera blanca esculpida en el amanecer
cuando empiezan a madurar los segundos.
en las que las ofensas suenan como el golpe del hacha
en el tronco de un árbol joven,
y vuelvo por la carretera blanca esculpida en el amanecer
cuando empiezan a madurar los segundos.
Entonces, todo el desplacer de las cimas de ayer
se endurece en la niebla y se aisla
como las esfinges
que en la piedra atetan los vientos.
Aunque me dicen
que tengo parentesco con el desierto
y que en mis hombros
llevo un anochecer de límites perdidos,
yo no deseo que vuelvan «los viejos tiempos»
ni den forma a mi destino.
No quiero dejar
que las cañas de las mentiras y engaños
absorban todo mi verano.
Busco entre las nubes bajas y cargadas de tormenta
una grieta azul y luminosa
para vivir en paz.