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Reproduzco un poema de Luka Brajnović sobre el sentido de la vida y de seguir caminando por ella

El alma del atardecer colgada en la rama seca
se extraña de la posible hipérbola del mundo.
Nos encontramos cercados por nosotros mismos,
porque todo lo que se dijo
tiene la importancia del miedo.
Pero el mundo es más que un almacén de la soledad
y el poema es más que un hospital de la palabra
y la renuncia más que la sabiduría de la medida
o el olvido de los contornos y el volumen.

¡En marcha!
Nos encontramos al otro lado de la pregunta,
donde no existe la sorpresa casual
por la virginidad del antifaz de los sucesos,
o por el acento agudo de los deseos imposibles.

Salgamos de nosotros a la metáfora de los balcones,
porque soñar significa amar la realidad
colocada en la periferia de la vida
donde late el corazón,
donde se rompe la red de palabrerías
y donde la única palabra es la libertad.

Allí se encuentra el silencio inicial del futuro.

Nunca es tarde «tornar a desandar lo andado»,
pues el andar es el presente, el paso es el pasado.
No somos jornaleros en una sala de espera,
ni víctimas de la gramática de tristezas,
sino voceadores de los destinos.

Luka Brajnović

Retorno, 1972

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